En el post anterior hablé sobre la empatía siendo la clave de mi felicidad y cómo a traves de ella se me han abierto muchas oportunidades en todos los sentidos, una de las otras herramientas que he descubierto en mi camino y que yo llamo mi segundo paso sería... el perdón.
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He encontrado muchos sitios y videos de cómo perdonarte, perdonar que al ex-novio o la ex-novia, al amigo, casi casi al vecino... Pero hoy te quiero hablar de un perdón en especifico. Uno que nunca estuve muy consciente hasta apenas unos años. Se trata del perdón hacía mis papás.
La maravilla de la empatía es que me ha dado la oportunidad de conocerme mejor a mí misma y a la gente con la que convivo, eso incluye a mis papás. El ser empática abrió un tipo de relación con ellos que probablemente no le gusto a mi zona de confort. Verás, mis papás siempre desde que era pequeña me enseñaron a ser auténtica, cuidarme y cuidar de aquellos que amo, respetar a todo ser vivo, entre otras cosas. Siempre fui feliz y me brindaron absolutamente todo lo que podían brindarme. El problema fue cuando decidieron separarse, porque constantemente ellos estaban discutiendo y cambiaban de opinión cada diez segundos sobre si regresar o no a tener su relación. Y es que lo más complicado para mí fue que yo terminaba escuchando ambos puntos de vista sin saber qué responderle a ninguno.
Ser adolescente, la hija mayor y con papás separados, fue de las cosas más estresantes en mi vida. De por sí había mucho desorden mental y emocional dentro de mí que aún debía entenderlo, pero le tuve que añadir en muchas ocasiones las discusiones de mis papás donde varias ocasiones terminaba en un papel de referi. También debía cuidar a mis hermanos de que ellos estuvieran bien y hacer lo posible para mantenerlos tranquilos, encargarme de mi trabajo y mis amigos, etc. Llego cierto momento en el que resentí a mis papás, porque no había un orden en la familia como para poder tener dinero para los gastos del día y varias veces la que los pagaba era yo y les echaba la culpa por tenernos en esas situaciones. Sé que todo suena muy víctima jajaja pero creo que es importante que te explique el punto de perspectiva en el que yo solía ver las cosas en ese entonces. Porque unos meses después, cuando empecé a aprender sobre la empatía, todo se movió...
Cuando nos piden ser empáticos, tratamos de hacerlo con todos excepto con las personas que más te han hecho sentir alguna emoción negativa. Es algo normal porque todos tenemos un ego, sin embargo donde menos tengamos ganas es donde hay más crecimiento. ¡Y así fue! Al conocer un poco de la realidad y la forma de en la que ven mis papás la vida, pude comprender muchos de sus motivos, sus creencia, sus reacciones, sus hábitos y me di cuenta que sus vidas las habían diseñado de acuerdo a lo que habían aprendido conforme crecían, desde lo que sus padres -mis abuelos- les habían enseñado, hasta lo que por su propia cuenta fueron descubriendo y lo que salió de esa mezcla, fue lo que a mí me habían enseñado. Era la mejor versión de ellos mismos que pudieron y pueden entregarme.
Te pongo un ejemplo, a mi mamá la educaron a que una vez que tienes dinero, debes poner parte de ese dinero en la casa, sin cuestionar. Mientras que a mi papá, lo educaron a que con base de acciones como limpiar, era suficiente y no necesitabas dar dinero, a menos que tu quisieras aportar. Fue aún más interesante cuando me puse a hablar con mis abuelos descubriendo que en el caso de mi abuela materna desde el primer trabajo que tuvo, le pusieron esa misma regla de dar dinero en la casa para que pudieran cubrir los gastos. Mientras que mi abuelo paterno al tener una infancia dura, se esforzó para que nada les hiciera falta en su casa y no había razón por la cual poner dinero para la casa.
Mis abuelos aprendieron de las creencias de mis bisabuelos, mis padres de mis abuelos; yo también aprendí de lo que mis padres me enseñaron consciente e inconsciente.
Fue cuando me di cuenta que nadie tenía la culpa por yo sentirme triste, sentir que yo no valía o que nada iba a ser suficiente, porque al final todos actuamos de acuerdo a lo que hemos aprendido en la vida. Tanto lo bueno como lo malo y me quedaron dos opciones: seguir culpando a la gente, sintiendo rencor, sufrimiento y enojo al punto de tener una relación destructiva o elegir hacerme responsable de mi propia realidad y ver a los demás como eventos neutros y amarlos incondicionalmente, para así perdonarme por ponerme en lugares que no me hacían bien y perdonar a aquellos que lo único que hicieron fue quererme bajo su propia realidad.
Es más fácil voltear la responsabilidad hacía los demás y es donde menos existe oportunidad de crecimiento y madurez. En realidad culpar a los demás te hace más daño a ti mismo que lo que le hace a la otra persona, así como enojarse, mantener un rencor, entre otros.
¿Perdonar cuesta?
Sí. Me costo y me cuesta todavía dar pasos de este tema porque conozco mi lado orgulloso en el que aún me aferro a que mi realidad es la correcta y la que tiene razón. Sin embargo, con el tiempo me doy cuenta con mayor velocidad que lo que estoy haciendo es imponer mi realidad sobre un evento o una persona porque se refleja algo que en mi pasado no funciono.
El entender me abrió la puerta a poder sentir uno de los perdones más puros, saber que mi papá me regalo la mejor versión de hombre que pudo darme, así como mi mamá me regalo la mejor versión de mujer que pudo darme, más no por lo que me enseñaron significa que yo debo adjudicar sus realidades o resentirlos por no ser lo que yo quería que fueran y es en ese momento donde puedes perdonarlos desde un lugar limpio y entender que tu hoja está en blanco para crear la vida que tu deseas.
Al final siempre tendremos el poder elegir quienes queremos ser, sin importar lo que nuestros padres nos enseñen o lo que nos encontremos durante nuestro propio camino.
Actividad
Nuestra carta ya la tenemos lista y también tenemos claras nuestras metas, ahora el siguiente paso es soltar todo aquello que se nos mete a la cabeza, los miedos, las dudas, la inquietud, absolutamente todo lo que nos impide seguir adelante, quizá sean los enganches que tienes con una o varias personas, puede que tal vez seas tu mismo. Es tiempo de reconocer todo aquello que no nos sirve y tener la fuerza y mentalidad de sacarlo, porque sólo así vamos a poder continuar y crear nuestros sueños. Es una de las tareas más difíciles porque nuestro ego siempre intentará justificar nuestras acciones, nuestras decisiones y debemos estar conscientes que existe una fina línea entre la empatía y la justificación.
Así que reconoce los espacios que necesitan limpieza, crecimiento y pregúntate, ¿qué es lo que espero de esta relación, de esta meta, de este entorno? ¿cómo me siento? ¿Estoy creciendo?
En mi taller decían algo muy importante "la duda es un voto negativo", es decir que si no puedes contestar esas preguntas, quiere decir que es algo que no tiene un más allá.
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